El Madrid de otoño tiene un no-sé-que. Es algo como romántico, especialmente en el Madrid de los Austrias. La hojas secas ruedan por el suelo a golpe de brisa y los rayos de sol colándose entre las ramas desnudas de los árboles, las nubes, la luz otoñal modelando edificios clásicos…
Todo esto me hace sentir que viajo en el tiempo y ya no estoy en 2010 (¡y casi en 2011!), sino en 1920. Ante el Teatro Real me imagino a señoras elegantísimas a punto de entrar en la función, con vestidos de seda y abrigos lujosos.
En realidad, he venido a echar un vistazo a nuestra tienda (Hermosilla, 20), pero acabo de llegar y he dejado las maletas en el hotel, para respirar un poquito el aroma de historia, antes de perderme por el Madrid más urbano…
Y, en mi mente, construyo este look:
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