Tengo una amiga que tiene una expresión que me resulta especialmente graciosa. Cuando llegan esos días de “entretiempo” (una expresión graciosa que necesita de un post!!!) de primavera u otoño, siempre dice “huele a verano” o “huele a invierno”.
“Huele a verano” expresa esos días en los que empieza a hacer calorcillo y sol empieza a calentar un pelín más de la cuenta. Empiezan a sobrar las mangas y a faltar las gafas de sol…
En cambio, “huele a invierno” cuando los días son cortitos y el sol está más bajito, de manera que jamás llega a calentarnos del todo si andamos por zonas de sombra. “Huele a invierno” cuando el cuerpo pide una mantita en un día de lluvia… los árboles ya casi no tienen hojas y se muestran desnudos ante la ciudad.
Esta mañana, cuando iba al trabajo, he visto que, en algunas calles, ya están empezando a instalar las luces de Navidad. “Huele a invierno”
Me gusta esta camisola, pero lo que más me gusta es la luz de esta fotografía. Imagino que ya sabéis por qué… huele a...
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